N°2
AMANECER SOBRE UN NUEVO HORIZONTE
DANNY FOLIACO M.
Al despertar el primer día de clases siempre se siente la inmensa emoción por lo que nos depara: un nuevo día, un nuevo año, nuevos amigos, nuevos cuadernos, nuevos conocimientos... las anécdotas de las vacaciones, nos inquieta saber, saber, saber ... ¿en qué curso quedamos, con quiénes, ... estarán allí todos mis amigos y compañeros, los profesores que nos van a tocar, que cambios habrá?
Estos y muchos más serán los temas de las emocionantes conversaciones que los profesores tendremos que interrumpir. Pero es que la emoción de regresar al colegio, de ver de nuevo a nuestros compañeros, de abrazar, de gritar, de expresar tanta energía no es fácil de controlar y nosotros los entendemos.
Al comienzo del año la meta parece lejana y en algunos momentos difíciles, parece arduo el camino, pocas nuestras posibilidades y fuerzas de lograrlo, pero...
Al final del primer día de clases siempre queda la satisfacción de saber que se va por el buen camino, que paso a paso, con cada pequeño impulso, con cada pequeño esfuerzo vamos construyendo una felicidad inmensa, duradera y limpia, la de las cosas conseguidas con esfuerzo y dedicación, la felicidad de las cosas que no se compran ni se venden, esas cosas que llevamos para siempre en nuestra mente, en nuestra historia.
EL PODER DE LA PALABRA
POR DANNY
FOLIACO MACHADO
PROFESOR CASTELLANO
“Paracelso se quedó solo. Antes de apagar la lámpara y de
sentarse en el fatigado sillón, volcó el tenue puñado de ceniza en la mano
cóncava y dijo una palabra en voz baja. La rosa resurgió.”
Jorge Luís Borges. “La Rosa de Paracelso”
La palabra,
es algo lleno de mucho misterio. Al ser usada todo el tiempo, nos parece parte
de lo cotidiano, de lo que aburridamente podríamos llamar normal. Sin que le prestemos
demasiada atención, muchas veces pasa para nosotros desapercibida, la profunda
importancia de la palabra en la vida de cada ser humano. Ella no es sólo algo
con lo que podemos referirnos a eso que llamamos realidad y comunicarnos con
los demás.
De hecho, la
palabra es frecuentemente desestimada, como algo abstracto y se piensa que
sobre ella; sobre la palabra, prima la realidad. Es lógico pensar que la
realidad está primero, que la palabra es apenas su pálido reflejo, una representación,
un mero fantasma o ilusión. Las palabras son sólo eso y que lo que realmente
nos determina son nuestras acciones. Las
palabras se las lleva el viento, es
algo que con frecuencia se dice.
En el
presente texto pretendo plantear brevemente lo contrario. La palabra determina
nuestra realidad, y está antes y por encima de ésta. Cuando hablamos no sólo
decimos lo que pensamos, sino que además, aquello que decimos termina por
hacernos ver y sentir nuestro entorno de una forma u otra. Cuando salimos en la
mañana al colegio o al trabajo, si hacemos una oración, o cantamos algo que nos
gusta, si decimos a nuestros seres queridos una palabra de amor para comenzar
el día, no sólo estamos diciendo algo agradable, sino que aquello que decimos
de una u otra forma nos predispone hacia algo positivo. Si tus palabras son
hermosas, si tus palabras son de reconciliación, de afecto, de amor, eso lo que
te deparará el día. Si por el contrario usas malas palabras, si maldices, tu
día seguramente te ofrecerá algo negativo. Así pues, las palabras crean y
determinan de cierta forma nuestra realidad, porque nos predisponen hacia
lo bueno o lo malo.
Así mismo,
la palabra no es sólo un sonido que se pierde en el aire. En realidad la
palabra es acción, con ella podemos hacer muchas cosas, como acariciar a
nuestros seres queridos, enamorar a otra persona, prometernos a nosotros mismos
metas, con lo cual vamos construyendo nuestro futuro, las palabras generan la
esperanza y dan lugar al nacimiento de sueños e ilusiones, ellas nos permiten
cumplir con nuestra misión en el mundo que para todos los seres humanos debe
ser la búsqueda de la felicidad. Hay palabras que edifican sueños, palabras que
derriban los muros del odio, que tienden lazos de amistad entres las líneas
enemigas, palabras que sanan heridas, palabras que nos liberan de la
ignorancia, de la opresión y la pobreza del espíritu.
Ahora bien
la palabra escrita tiene dos valores agregados: En primer lugar, nos permiten
organizar nuestras ideas, ya que al plasmarlas sobre el papel es como si
tuviéramos un espejo de nuestra mente, así podemos organizar nuestros
pensamientos de una mejor forma. Establecemos de esta forma un diálogo con
nosotros mismos en el que mejoramos nuestros discursos y podemos formar poco a
poco nuestra identidad y tomar posición frente a nuestra realidad.
En segundo
lugar, la palabra escrita perdura en el tiempo, viaja a través del tiempo
y el espacio, elimina las distancias y nos acerca con lugares y personas
lejanas. Es más la palabra escrita nos permite encontrarnos con nosotros mismos
en el pasado. Cuantas veces no nos habremos emocionado al encontrar una carta,
un trabajo, un poema, o cualquier otro texto que escribimos ya hace tiempo, con
el llega el eco de lo que antes dijimos, pensamos o sentimos.
Por todo lo
aquí expuesto quiero invitar a todos los estudiantes del I.E.D. Nueva Esperanza
a que construyamos entre todos este espacio de encuentro, reflexión y expresión
de los jóvenes de este hermosa localidad llamada Usme. Unamos nuestras fuerzas
y permitamos que el diálogo y la interacción en el lenguaje nos llenen, nos
nutran y fortalezcan en el otro, así podremos forjar para nosotros y nuestra
comunidad un mejor mañana lleno de esperanza.
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